Lección 1 de Enrique Shaw: Liderar con alma y responsabilidad
Cuando el liderazgo no se mide solo en resultados, sino en conciencia y propósito.
Dirigir un negocio no es solo tomar decisiones estratégicas.
Es sostener sobre los hombros una misión humana, económica y espiritual que impacta directamente la vida de otros.
Eso lo comprendí más profundamente cuando leí a Enrique Shaw en su reflexión sobre el dirigente de empresa. Él no hablaba del empresario como alguien frío, centrado solo en las ganancias, sino como un trabajador más —el primero— que pone su honor, su tiempo, su energía y su alma al servicio de un propósito mayor.
La empresa, en manos de quien la dirige
Shaw decía que la empresa no es lo que produce, sino cómo es dirigida.
Una empresa cambia radicalmente —para bien o para mal— según el corazón, la visión y el carácter de quien la lidera.
El empresario no solo arriesga dinero. Arriesga confianza, dignidad y futuro.
Es quien marca el rumbo, inspira, une, corrige, transforma.
Es uno de los ejes de la sociedad.
Y esta visión no es solo humana, sino profundamente espiritual.
En palabras de Shaw, incluso Dios se presenta en las Escrituras como empresario, dueño de una viña, confiando a otros su obra.
¿Qué significa esto para ti y para mí?
Que la dirección de una empresa no es un simple oficio, sino una vocación que exige alma y conciencia.
Que el bien común no está reñido con la rentabilidad.
Que liderar desde la fe no es evadir el conflicto, sino enfrentar la misión sabiendo que no somos dueños absolutos, sino administradores ante Dios.
Frase para meditar
“El empresario no es solo quien produce, sino quien transforma con su ejemplo el alma de la empresa.”
Pregunta para discernir
¿Estoy dirigiendo mi empresa con el mismo cuidado, entrega y visión con la que Dios dirige su viña?
Oración breve
Señor, dame la gracia de entender que mi cargo no es poder, sino servicio.
Que mi liderazgo sea reflejo de tu mirada: justa, firme, compasiva y llena de esperanza.
Esta serie forma parte de Empresarios - La Comunidad, donde creemos que no basta con tener una empresa que funcione:
necesitamos líderes con alma, con fe, y con propósito.
Nos vemos la próxima semana con la segunda enseñanza de Enrique Shaw.
Un abrazo,
Javier Rivera
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