Enrique Shaw: El empresario que me cambió la mirada
Cuando más lo necesitaba, encontré un modelo que unía fe, empresa y propósito.
Hay búsquedas que uno no hace por curiosidad, sino por necesidad.
En el año 2018, poco tiempo después del paso del huracán María por Puerto Rico, comencé a enfrentar una etapa difícil en mi negocio. Nada fuera de lo común para un empresario: incertidumbre, cansancio, decisiones difíciles, dudas. Pero había algo más: una inquietud que iba más allá de lo técnico o financiero. Sentía el deseo de encontrar un modelo de empresario dentro de la Iglesia. Uno con quien pudiera identificarme desde la fe, pero también desde la realidad del trabajo, de los empleados, de la presión por sostener una empresa.
Y así, en una búsqueda sencilla por internet, descubrí a Enrique Shaw.
Yo no sabía que había un empresario en proceso de santidad. Hasta que lo encontré a él. Y no lo encontré desde la admiración, sino desde la necesidad. Me hablaba desde mis propias luchas: el esfuerzo diario, la familia, los números… pero también desde el alma. No me ofrecía fórmulas mágicas, sino una forma distinta de estar en el mundo empresarial: con fe, con amor y con verdad.
Frases como:
“El empresario ha de ser Cristo en la empresa.”
“Es indispensable hacer prosperar la empresa, pero no únicamente para ganar dinero.”
“Debemos crear trabajo, y cuanto más eficiente sea nuestra labor, más recursos tendrá la Providencia para repartir entre pobres y necesitados.”
…me marcaron profundamente. Porque no eran frases de un teórico, sino de alguien que vivió su fe en medio de reuniones, números, crisis y decisiones reales.
🧔 ¿Quién fue Enrique Shaw?
Enrique Shaw fue un empresario argentino, padre de nueve hijos, oficial de la Marina, fundador de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) y un hombre de profunda fe católica. Ocupó cargos importantes en grandes empresas, pero nunca perdió de vista que su vocación era servir, no solo administrar.
En una época en la que hablar de responsabilidad social era casi impensable, él ya promovía salarios dignos, relaciones humanas justas y ambientes laborales en los que reinara la ética, la dignidad y la colaboración.
Vivió con intensidad su rol como laico cristiano, convencido de que la empresa era también un espacio de santidad. Murió en 1962 a los 41 años, tras una dura enfermedad, acompañado por las oraciones de sus empleados, quienes incluso llegaron a donar sangre para él.
Hoy está en proceso de beatificación, y su testimonio sigue tocando corazones, especialmente el de quienes, como yo, hemos sentido alguna vez el peso de liderar una empresa con valores, con alma y con propósito.
No era perfecto
Lo que encontré en Enrique Shaw no fue un modelo perfecto, sino un corazón empresario que decidió no dejar a Dios fuera de sus decisiones. Y eso… eso me cuestionó profundamente.
Por eso quiero compartir contigo, durante las próximas semanas, 3 enseñanzas de su vida que me han ayudado a ver mi negocio no solo como una responsabilidad… sino como una vocación.
👉 El próximo domingo comenzamos con la primera enseñanza:
Liderar con alma: la responsabilidad del empresario
Esta serie nace desde el corazón de Empresarios - La Comunidad, un espacio donde buscamos crecer como líderes sin separar la fe de nuestra vocación empresarial.
Si algo de lo que leíste hoy te hizo sentido, camina conmigo estas próximas semanas, o compártelo con alguien que lo necesite…
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Un abrazo,
Javier Rivera
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